El blog de Moebius

domingo, 30 de noviembre de 2008

Los colectivos porteños

La historia del colectivo se remonta a principios del siglo pasado. La población de Buenos Aires en ese entonces comenzaba a tener varios y determinados vías crucis. Uno de ellos era el del transporte, ya que no alcanzaba a cubrir las necesidades de una población y un mercado en expansión, por lo que enormes extensiones de su perímetro se encontraban aisladas y lejos de cualquier posibilidad de trasladarse con cierta rapidez.
En el Buenos Aires de entonces existían taxis, pero su valor era muy elevado para viajes cortos surgió la idea de llevar a varios pasajeros en un mismo vehículo y cobrar diferentes tarifas, según la distancia que realizaran. El primer servicio de taxi colectivo cubría el recorrido Plaza Primera Junta (actualmente Av. Rivadavia y Rojas, en el barrio de Caballito) hasta Lacarra y Av. Rivadavia, en dicho lugar se encuentra emplazado un monolito que recuerda tal suceso histórico.

A fines de la década de 1920 algunos propietarios de taxis decidieron establecer un servicio con recorridos pre-establecidos y paradas fijas. Dado que el servicio fue bien aceptado por la población porteña, los empresarios comenzaron a utilizar todo el espacio disponible. En definitiva, el origen del colectivo argentino fue un taxi sin reloj, que ocupaba todos los asientos y realizaba un recorrido fijo.
Por fin llego el ansiado lunes 24 de septiembre de 1928, día en que inició su recorrido la primera línea de "auto-colectivos".
El primer viaje no fue precisamente exitoso. Ninguno quería salir (la Municipalidad prohibía el uso colectivo de taxis) hasta que un valiente se animo. Al no encontrar ninguna persona dispuesta a oficiar de pasajero en este nuevo "invento", el primer auto colectivo viajo desde Primera junta hasta Rivadavia y Lacarra vacio. Pero lejos de desmotivarse al llegar a este punto y luego de unos minutos de espera subió un señor (cuyo nombre no ha quedado lamentablemente en la Historia), curioso y "gasolero" que se transformaría sin saberlo en el primer pasajero de un Auto colectivo y pasadas las 8:25 hs. de la mañana partió el primer servicio. A modo de recuerdo de este momento y como lugar histórico de nuestra ciudad de Buenos Aires, existe en Lacarra y Rivadavia un monolítico que rememora esta situación.
Todo se hizo más fácil luego de que el primer valiente entrara en el auto-colectivo. Se sentó atrás y allí espero mientras observaba por la ventanilla a los choferes parados en la esquina gritando como locos para un lado y para el otro, anunciando los viajes por módicas sumas: "¡A Plaza Flores diez centavos! ¡A primera Junta veinte!". Poco a poco el pasaje aumentó hasta quedar constituido de la siguiente manera: atrás, cuatro pasajeros sentados; en los costados, o sea en los trasportines, tres y finalmente uno al lado del chofer, posición esta que a pesar de resultar privilegiada no tenía un costo adicional. Desde luego, esta enumeración estaba en relación directa con la capacidad del vehículo, pero en líneas generales así funcionó durante los primeros años.

El colectivo o mas popular bondi son los nombres genéricos que denominan al autobús de línea común y corriente solo que de común y corriente no tiene nada, es lo más parecido a una atracción de feria o una atracción de algún parque temático que circula por toda la ciudad y por el módico precio de un peso puedes ir de un lado a otro. No es una empresa municipal que regenta todas las líneas si no que son unas trescientas líneas de vehículos viejos en manos privadas pero subvencionados por la municipalidad.
Lo primero que tienes que hacer es localizar donde para, pues las hay de todos tipos, incluso algunas son un simple adhesivo pegado en un tronco de árbol o en la pared, otras un palo con banderola con el numero y las menos que dicen el recorrido de la línea, una vez ya localizada la parada es entonces cuando se hace la señal para que pare, eso puede hacerlo en medio de la calle, veinte metros mas atrás, adelante y a veces, pocas, ni siquiera para.

Al principio cuesta agarrarle el truco pero una vez que lo has probado y te has acostumbrado a la aventura de ascender, porque de eso se trata, pues hay que subir tres escalones para llegar a la plataforma del mismo eso sin contar del medio metro en que se encuentra el primer escalón, trabajo muy arduo para las personas de baja movilidad y de los niños, pero eso si, por un peso puedes viajar de un punto a otro en lugar de sacar los quince pesos de media, del bolsillo para agarrar un taxi. Por cierto, el colectivo no es apto para turistas, de hecho, jamás he visto a ninguno viajando en el.
Hay que dar un voto de confianza ya que en algunas líneas ya poseen vehículos de suelo mas bajo y plataforma super baja para sillas de ruedas y cochecitos de niños, incluso con cinturones de seguridad para fijarlos en dicha plataforma.


El conductor solo quiere saber si ya puede cerrar la puerta y hasta donde vas para apretar un botoncito y una maquina que solo funciona con monedas escupe el billete.
Miles de usuarios que viajan diariamente en el colectivo se ven obligados al periplo diario de conseguir monedas, esto que parece una tonteria se ha convertido en una autentica odisea, la falta de monedas se convirtió en un flagelo nacional

No se las consigue por ningún lado, a pesar de que la Casa de Moneda acuña millones de unidades por día. Las monedas hacen tanta falta y faltan tanto, especialmente en los últimos seis meses, que las cadenas de supermercados, las de comidas rápidas, correos, autoservicios de origen chino y concesionarios de autopistas, por citar algunos casos, pagan por ellas. Lo mismo hacen los pequeños comercios. Para algunos, la escasez ha devenido en un negocio redondo. Por las monedas se paga entre 6 y 10 por ciento de su valor.
Los bancos no te dan monedas porque yo lo he intentado y no te dan nada más que tres monedas de peso por persona y no te queda otra que comprar chicles, por ejemplo $1 y pagas con un billete de $2 y así te vas haciendo tu colchón de monedas.
Otro sistema es tomar el subte con un billete de $2 y compras un pase..y ellos tienen que devolverte un peso $1,10 para devolverte. Hoy tenes monedas y sos un rey.
En los kioskos prefieren no venderte cosas para no quedarse sin monedas.
Los colectivos solo cobran con maquina, entonces, si no tienes monedas, no viajas, cosa diferente en Mar del Plata que funciona con tarjeta multi viaje; curioso no?

Existen billetes de dos pesos, así que si compras algo con 5, 10, 20 ó 50 pesos, te llenan de billetes de 2 pesos Y NO TE DAN MONEDAS.

Si algo cuesta 2.20, te cobran 2.00 para no darte el vuelto en monedas.

Y nada, NO HAY MONEDAS

Pero bien sigamos la historia de agarrar un colectivo en Buenos Aires; en cuanto arranca procura estar bien agarrado, no basta a la barra pues comienza el espectáculo, acelerones, badenes que te hacen saltar dentro de la plataforma, giros y frenadas que parecen una broma de mal gusto, ni sentado estas seguro de no dar con los dientes en el suelo lo único que deseas es que llegue pronto a tu parada, todo eso añadido al ingente volumen de gente que viaja en las horas punta, eso si, la frecuencia es buena. Hasta el punto de coincidir tres autobuses de la misma línea en el mismo semáforo. Sorprendente no?.

Se ha de romper una lanza por la precisa estabilidad dentro del colectivo que tienen las porteñas con apuro para llegar al trabajo maquillas, pues son capaces de pintarse los ojos en marcha a pesar de moverse como una noria y encima apretadas por el personal que a esas horas viaja.

Tocas el timbre para que pare y aunque hay un letrerito que dice que las puertas no se abren a mas de 5 Km./h aunque hay otro letrero que dice que esta prohibido bajar en marcha el conductor abre las puertas para que la gente se apure en la bajada. Es como si el animal al volante llamado también colectivero quisiera que bajaras sin parar la atracción, ya que el tiene que cumplir el horario, pero en fin no son mas que curiosidades de esta maravillosa ciudad.

Datos y fotografias históricas obtenidas en la red.

martes, 25 de noviembre de 2008

Galerias Bond Street

Avenida Santa Fe Nº1670
Buenos Aires
Argentina
Bond Street Gallery, está ubicada en plena Recoleta y se camufla con la infinidad de negocios de alto renombre de la calle Santa Fé. Su ubicación puede observarse de dos maneras: posee una entrada principal por Santa Fé y otra por su calle lateral Rodríguez Peña; allí observaremos un sin fin de jóvenes frecuentando los tres niveles de esta modesta galería. Pero seguramente, a esta altura, muchos se preguntarán “¿Qué la hace diferente de las demás?”; esta respuesta es bastante subjetiva ya que para cada uno de los chicos que la frecuenta su importancia radica en aspectos muy diversos. La Bond Street Gallery nació como un lugar “marginal”, en donde se reunían los adolescentes que no escuchaban música comercial sino la denominada “under”; era el santuario en donde los que no “encajaban” se sentían más cómodos. Con el correr de los años y el surgimiento de nuevas tendencias, la galería Bond Street pasó a ser el refugio de una mayor camada de adolescentes, ahora estaban los “under” y los “darkies”, estos últimos amantes de lo oculto y lo oscuro, también marginales.

A fines de los 90’ La Bond Street dio un salto gigantesco que fue impulsado por el auge de los tatuajes, body painting, piercings, comics y moda alternativa, aquí era y, actualmente es, el único sitio en donde podemos encontrar todos estos aspectos unidos. La Bond es ahora el lugar de los tatuajes y piercings por excelencia; si observamos las vidrieras de sus locales, encontraremos fotos de grandes celebridades que eligen a esta galería para tatuarse o perforarse. La razón para elegir a este lugar y no otro se basa principalmente en que los mejores profesionales de lo “alternativo” trabajan allí, además, se toman las medidas sanitarias pertinentes lo que inspira confianza en los jóve

Bond Street se divide en tres pisos en los cuales puede encontrarse prácticamente todo lo que busquemos; en el primer piso existe un gran predominio de lo locales de tatuajes y piercings, encontraremos alguno local de ropa camuflado pero el dominio allí es de los tatuadores. En la planta baja encontramos un gran “cambalache” de bienes: accesorios para el cuerpo, ropa de distintos colores y alternativa; casas de comics en donde encontraremos las mejores y más costosas revistas importadas como fotos de películas, posters, muñecos coleccionables, etc. Si seguimos caminando nos toparemos con más locales de tatuajes y con un negocio muy particular, entre los adolescentes se lo conoce como “el negocio del recuerdo” o el “Retro shop”. Aquí su dueño comercializa objetos de todo tipo que poseen una característica en común: su larga antigüedad

Llegando al final de la planta baja, nos topamos con un local especializado en comics que trabaja sólo con productos Marvel, las revistas del Hombre Araña, la Mujer Maravilla, Superman y Los X-men son la sensación. Nos queda el último piso, el tercer nivel, allí abundan los sex shops y las tiendas de “fetichismo” o ropa “dark” como suele denominarse; esta parte de la galería no se encuentra enteramente poblada pero los locales ya fueron adquiridos. Como podemos ver, la Bond Street Gallery posee toda la moda joven y “extravagante” que los jóvenes porteños eligen hoy, esto es lo que los ha convertido en los más innovadores de la región.